domingo, 6 de diciembre de 2009

DESEOS NO DESEADOS: nota para el programa de mano de Antonio Álamo

Rafael Marrero (Él) y Magaly Serrano (Bego) Andreína Blanco (Ana)
Mariana Carlés (Carla)
Adriana Romero (Dona)

Esta es la tercera vez que Juan José Martín pone su talento y sabiduría teatrales al servicio de una de mis obras, tras Pasos y Yo, Satán. En el caso de Deseos no deseados concurre una circunstancia que hace de este nuevo estreno algo muy especial: a pesar de ser una pieza escrita hace más de una década, sus personajes nunca habían salido a la luz de un escenario.

Con una estructura caleidoscópica en la cual el protagonismo va pasando de un personaje a otro, y bajo un aspecto de comedia -sólo roto por los monólogos de cada uno de ellos, donde se exponen distintos grados de soledad-, se desarrolla una pieza que, por encima de cualquier otra consideración, nos habla de los deseos que no nos atrevemos a desear, del miedo que nos producen los deseos.

Como dice un Upanishad: “Eres lo que es tu deseo profundo, y tal como es tu deseo, así es tu voluntad, y tal como es tu voluntad, así son tus obras, y tal como son tus obras, así es tu destino”. Pero, precisamente, eso es lo malo. Nos dan miedo nuestros deseos, nos aterra nuestro destino, nos da miedo saber quiénes somos.
[Fotografías de Nicola Rocco]

Estreno de DESEOS NO DESEADOS, una comedia de Antonio Álamo

Nota de prensa

Foto y procesado: Juan José Martín


DESEOS NO DESEADOS, una comedia de enredos de Antonio Álamo sobre el amor y sus apetitos secretos producida por Mariana Carlés, llega a Teatrex el 23 de octubre


Bego, Ana, Dona y Carla son un cuarteto de chicas jóvenes, bellas y un poco nihilistas. Cada una encarna una especie de arquetipo contemporáneo de lo femenino. Distintas entre ellas, dos cosas las unen (y las reúnen). Una es la música –forman un grupo, probablemente bastante mediocre—. La otra es la confusión existencial que les provocan sus deseos, sus impulsos eróticos. En sus vidas aparece –o meten a, casi sin querer— “Él”, un fulano del que sólo saben que es trompetista y vegetariano, pero que despertará en ellas sus apetitos más básicos y neuróticos: tan pronto lo desean furiosamente como lo aborrecen a muerte. A partir de este azar, se darán los más divertidos e inverosímiles malentendidos, escritos con ingenioso humor por uno de los dramaturgos españoles contemporáneos más exitoso y premiado de las últimas dos décadas: Antonio Álamo.

Andreína Blanco (Cartas de amor de la monja portuguesa, La peor de todas), Mariana Carlés (El don, La lección), Adriana Romero (Venezia, El jardín de los cerezos), Magaly Serrano (Vírgenes negras, Arlequín Caribe) y Rafael Marrero (Calígula, La noche árabe) interpretan a cinco personajes que se ven de pronto enredados y amenazados por sus propios deseos. En esta divertida puesta en escena también han colaborado el artista plástico Leonardo Moleiro en la pintura escénica, el trompetista Gustavo Aranguren y la cantante y actriz Mariaca Semprún en la asesoría musical, y el joven cineasta Juan Fermín, responsable del corto Ley orgánica 1/92, cuya proyección durante el espectáculo planteará un interesante contrapunto entre el lenguaje teatral y el cinematográfico.

La producción cuenta con el patrocinio de Cervecería Polar, Domino´s Pizza, Carteras y accesorios Impulsivas, Whisky Bar, L´Oreal Paris y Professional, Nike, y Supermercados Santa Rosa, entre otros.

Deseos no deseados se presentará durante sólo cuatro semanas, desde el 23 de octubre, los viernes y sábados a las 10:00pm y los domingos a las 8:30pm. La sala Teatrex está ubicada en el Piso 5 del Centro Comercial Paseo El Hatillo. La entrada general tiene valor de Bs.70.

martes, 1 de diciembre de 2009

Crítica de Joaquín Lugo de LA PEOR DE TODAS

Fotos: Nicola Rocco

Rebeca Alemán como Sor Juana Inés de la Cruz y Andreína Blanco como María Luisa, Marquesa de La Laguna

En el Teatro Trasnocho se presentó la agrupación Water People Theater Company con La peor de todas, de Iraida Tapias, dirigida por Juan José Martín. La pieza trata de varios momentos de la vida de Sor Juana Inés de la Cruz, poetisa mexicana que vivió a finales del siglo XVII, considerada como una mujer adelantada para su época. Este extracto de la vida de un personaje real toma como conflicto la creciente incomodidad que ella producía a la Iglesia Católica por la manera en que interpretaba la Biblia, en que opinaba sobre los sermones de otros y en que escribía sus creaciones en diversos géneros literarios. De ahí que se critique la amistad entre ella y la Virreina María Luisa, relación que pasa de la solidaridad y admiración al amor sugerido entre dos seres del mismo sexo, y se muestre la forma en que el Padre Núñez de Miranda, su confesor, debe lidiar con ella. Con un adecuado manejo de la dramaturgia, la premisa de que viejos paradigmas se imponen por encima de cualquiera que intente romper con ellos se transmite claramente.

La puesta en escena aprovecha la escenografía diseñada por el mismo director en la que Sor Juana se encuentra encerrada en una especie de claustro, construido de madera, por el que se asoma al mundo y desde donde escribe lo que resulta molesto a la Iglesia. En este lugar solo interactúan la protagonista y la Virreina, mientras que fuera encontramos a su confesor y al Arzobispo de México. Estos últimos se desplazan alrededor y hasta emplean la parte superior de la gran caja de madera como símbolo del poder que pretende denigrar a una mujer que libera su alma a través de la escritura. El empleo de elementos anacrónicos brinda un aire de contemporaneidad a la estética, como una caja de cartón para recoger las creaciones de Sor Juana o micrófonos que permiten dar un tono apacible a la actuación. Asimismo, el diseño lumínico crea las atmósferas que resalta cada escena, en especial durante el efecto de lluvia final que acentúa la emoción de la protagonista.

El diseño de vestuario de Raquel Ríos delinea con certeza a cada personaje, apoyado en el anacronismo de la puesta. Por ejemplo, viste a la Virreina con pantalones y blusas con cierto estilo antiguo, salvo el imponente traje de época que simboliza su estancia en España. Por otro lado, los dos religiosos llevan trajes con varios elementos que destacan su labor y estatus, como las estampas de santos para el Padre y un incensario para el Arzobispo. Solo la protagonista lleva el hábito que la caracteriza y, debajo de él, la bata que emplea en la escena culminante.
Giovanni Reali como Monseñor Aguiar y Seijas, Arzobispo de México
El trabajo actoral se percibe equilibrado. Rebeca Alemán como Sor Juana demuestra una fuerza contenida en lo vocal y corporal, por la represión que interna y externamente se le impone, y que libera al final, logrando una ajustada composición del personaje. Andreína Blanco como la Virreina y Gerardo Soto como el Padre Nuñez crean con veracidad sus personajes apoyados en las intenciones. Giovanni Reali ofrece una encomiable interpretación en la que la sutilidad de los matices vocales y de los gestos refleja el poder que posee como el Arzobispo de México.

En definitiva, una propuesta que acopla todos los elementos para exhibir, hasta ahora, el mejor trabajo de este grupo.

Rebeca Alemán como Sor Juana Inés de la Cruz