viernes, 5 de octubre de 2007

TEATROFUSIÓN////THEATREFUSION


Espacio diseñado por Orlando Arocha


En un mundo cruzado por hilos de trasvase comunicacional, por canales de difusión masiva de mensajes y una incesante actividad migratoria (temporal, forzada, libre o indeterminada), el teatro vive a su vez un intenso proceso de absorción y de reflexión sobre el mundo en el que se produce, el mundo sobre el cual reflexiona, el mundo que padece, del cual se convierte en espejo para su transformación.

Magaly Serrano y Francisco Bravo

El Teatrofusión no es más que la evolución natural y la búsqueda y transformación de esas corrientes que no cesan y que hacen prácticamente imposible la fijación de la mirada. Teatrofusión es el producto, provisional y apenas decantado, de esa mirada no fija, dinámica, una mirada que flota sobre la marea de las transformaciones profundas de lo que se ha dado en llamar civilización, pero que ocasionalmente se suspende y ofrece un retrato de esa lava en avance, de esa amalgama de miradas, de sujetos, de culturas.

Ricardo Nortier y Harold Chadru
Teatrofusión es la integración y búsqueda de aquello que en apariencia hace un poderoso juego de contraste, pero que hace vida arcana común. Distintas culturas, distintas lenguas, pero, al modo de Calderón, un único escenario del mundo. Historias de lo humano radical, de lo humano en su más rico plumaje tornasolado, matices del espíritu concretado en unas danzas, en unas frases y gestos que se encuentran en la escena y dan esa panorámica de la civilización, una fusión incesante.
Yhojan Zambrano y Ricardo Nortier

El intercambio y el reconocimiento de lo propio en lo ajeno como práctica estética, como vehículo de crecimiento, gimnasia de la tolerancia, el respeto y el asombro ante aquello que nos habla en idiomas tan lejanos y tan perfectamente inteligibles. El teatro como lugar de encuentro, de hermandad y de confrontación nutricia, necesario lugar para la preservación y valoración de lo humano y su diversidad.

Orlando Arocha

María Elena Duque, Georges Nesly y Ricardo Nortier

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