jueves, 28 de febrero de 2008

REVOLUCIONES POR MINUTO, nuevo proyecto de Teatro del Contrajuego sobre un país entre la quiebra y la esperanza

RPM, de Ricardo Nortier
Puesta en escena: Orlando Arocha, Juan José Martín y Ricardo Nortier
Dirección general: Orlando Arocha
Chacao, abril, mayo y junio de 2008

RPM es una trilogía que pone en observación, bajo la particular mirada del teatro, a una sociedad que vive en constante tensión. Sus personajes son figuras fracasadas en sus relaciones familiares, afectivas, laborales. Personas que tratan de hacer su propia revolución desde la más elemental y cotidiana intimidad, bajo la amenaza de ser extinguidos como individuos.

PARECE QUE VA A TEMBLAR es la primera obra de la trilogía. Escrita en 2003, esta amarga comedia muestra a una familia venezolana atrapada en una eterna tarde de domingo: no pueden entenderse entre ellos y reina la intolerancia, el aburrimiento, la rutina, el arroz con pollo… Están condenados a vivir unos con otros y todos saben que se repetirán los mismos diálogos, los mismos rituales, una semana después, hasta el final de sus vidas.

La segunda obra, ESPERANCITA, cuenta la vida de una loca de calle que vive en una plaza junto a un perro enfermo y a un prócer de bronce. Esta mujer, graciosa y poética, que nos cuenta su terrible historia, se mantiene viva gracias a su pequeña esperanza, su esperancita. En su discurso va trazando un paralelismo entre su historia y la de un héroe de la patria (ambos cubiertos de excremento de paloma), vidas de soñadores que mueren por sus ideales, con la ilusión de transformar la Humanidad. La simplicidad y las anécdotas fantásticas de Esperancita nos muestran su humanidad (distinta de la que se escribe con mayúscula), amenazada por el hambre, la locura, la soledad.

En la tercera obra de la trilogía, SEMÁFORO, se trata un tema muy actual: la calle suple la falta de espacios destinados a las artes. Los personajes son los artistas, obligados a ejercer sus oficios bajo el sol y los semáforos de la ciudad. Vemos a una cantante de ópera, a una bailarina, a un actor… Todos fueron famosos en el pasado, pero ahora subsisten bajo un semáforo, en un país donde los teatros están tomados por el proselitismo y la vulgaridad.

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