sábado, 29 de octubre de 2005

... f e r o z (2004) - Una crítica


TRAS LAS SEÑALES DE LO OSCURO (II)
Por Carlos E. Herrera
Bitácora crítica

En la continuación del proyecto desarrollado por el Teatro del Contrajuego bajo la denominación de “Trayectos prohibidos”, se presenta desde el pasado jueves 17 de junio y hasta la primera semana del mes de julio en la sala Horacio Peterson del Ateneo de Caracas, la segunda entrega de este perspicaz ciclo. Me refiero al montaje titulado ...feroz, texto cuya autoría pertenece a los bolivianos Diego Aramburo y Johnny Anaya, el cual contó con la aplomada y profesional puesta en escena de Juan José Martín.

La línea argumental que expone ...feroz busca ingresar al lector/espectador en el ominoso relato de tres jóvenes mujeres pueblerinas (que en Bolivia son mejor conocidas como “cholitas”), sometidas al escarnio de una continua degradación personal y social. Atrapadas como marionetas del destino ven discurrir su existencia en la podredumbre de un mundo pervertido, bizarro y espurio, donde la ley del más fuerte –ley machista– termina empujándolas hacia un sino de perdición y desesperanza.

Ángulos dramáticos como el honor mancillado y la prostitución impuesta, la indolencia y un perverso juego de amor-odio donde la carne opaca al alma y los sentimientos son excusas, hace que cualquier devenir solo se traduzca en soterrada venganza, en hilvanar las oscuras conductas de lo abominable que emanan algunos seres cuyos sentimientos fracturados traducen la explotación del otro a fin de alcanzar la redención de sus retorcidas abyecciones.

Esta tragedia de Aramburo/Anaya es una inflexión dramatúrgica muy latinoamericana, entendible como un alcance al punto sin retorno de muchas mujeres colocadas al borde de una pugna perdida con la fatalidad. El discurrir de la anécdota de las hermanas Fortún Carrasco es el de mujeres que sucumben y sobreviven ante la ignominia desquiciada de su primo Lupo Fortún Carrasco, quien encarna un ser despreciable y sin asideros morales, y que es apenas un signo negativo que ha venido atenazando los destinos de muchas mujeres a lo largo de lo histórico social de un continente como el nuestro.

El trabajo de concretar la puesta en escena de ...feroz recayó en las manos del centrado director Juan José Martín. Su formación como director ha sido pausada pero firme, perspicaz y con conciencia de sus alcances y limitaciones. Debo afirmar que se expone como un creador que, sin prisa pero sin pausa, sabe lo que desea para sí y lo que desea concretar dentro del arduo proceso de definición de la nueva generación de puestistas venezolanos. Su acción escénica la ha venido confrontando desde finales de la década de los noventa, tanto en el área de la producción como en el de la dirección. Su búsqueda teatral como regisseur se ha ido plasmado con equilibrada sobriedad, manejo asertivo de los elementos significantes y con un ritmo dramático personal. Ya ha empezando a delinear un particular sentido de lo plástico/actoral como rúbrica de sus procesos de puesta.

Tras la callada pero trabajadora labor del joven Juan José Martín descubrimos autores y textos que han sido esclarecedores de su personal preocupación creativa: Pasos de Antonio Alamo, Galileo de Bertolt Brecht, Una petición de mano de Antón Chejov o La almohada mágica de Kantan de Yukio Mishima. Por medio de estos montajes nos ha ido demostrando su aplomado sentido de trabajar a fondo con el actor y de generar un cuidadoso preciosismo escénico en el trasfondo general de cada producción. Lo anterior no ha sido gratuito ni fortuito, debido a su aprendizaje junto al grupo Teatro del Contrajuego, al cual le ha producido algunas propuestas escénicas harto exigentes, como, por ejemplo, La Muerte de Danton, que disfrutamos a principios de este año.

Es dentro del ciclo “Trayectos prohibidos” que Juan José Martín retoma su labor de dirección, mostrándonos, sin aprensiones y con denodado acento de hacer lo correcto, cómo un texto como ...feroz puede alcanzar una contundencia y una eficacia dramática propias de un director que sabe emplearse a fondo con las exigencias formales implícitas en el abigarrado discurso dramático generado por la dupla dramatúrgica Aramburo/Anaya. Su trabajo con el espacio (bifrontal y/o ámbito en H) reparte de forma equilibrada sobre un largo rectángulo las fuerzas en choque y acentúa la eliminación de los fondos.

El ámbito reproducido logró sintetizar el confinado y sórdido universo del prostíbulo donde se hallan imbuidas las hermanas Fortún Carrasco enfrentadas a su primo Lupo. Cada parte sugiere significaciones claras: una extrema, la de los baños/refugios de las jóvenes meretrices; otra extrema como espacio de pugnas y resoluciones; finalmente, una central, lugar de jolgorio, baile, encuentro y tramas. Todo el conjunto del espacio dramático se vincula orgánicamente, abriendo la posibilidad de que el drama sitúe a los personajes en acciones lúdicas o dramático expresivas.
La mirada del espectador debe recorrer las líneas de acción y decodificar las situaciones que se plantean: he allí que no debe de resultar sorpresivo que hasta los elevados escenográficos de los baños sirvan de apoyatura a una hiperkinética planta de movimientos que, a final de cuentas, está densificada por lo ceremonial social, por lo ritual de la dominación y por un signo de sacrificio en la caótica imagen de la sumisión. La dimensión del aporte escenográfico y de vestuario, diseñados por Orlando Arocha, marcó de forma flexible las coordenadas del mundo ficcional y prevé con firmeza lo que desde allí de soporte al elemento de teatralidad que el histrión deba construir.

El centro rotor que atrapa la atención del público recae en la efectiva resolución de la planta actoral. Sobre este factor la dirección apuntala su labor de puesta en escena. Mi personal mirada descubre la concreta sensación de una interpretación de cada personaje de manera sólida, efectiva y pertinente. No hay una representación realista-naturalista, sino una intención que revela en cada actriz/actor tanto una expresión anímica como física que valida los cambios dentro de la construcción de cada personaje. La dirección supo sacar a los ojos del espectador cómo cada personaje y cada situación no busca atarse a una pretendida realidad sino más bien a su potencial viabilidad; a mi juicio son como “personajes ideas”, personajes en diálogo que se dejan ver y oír y, desde este eje, adquieren un sentido de credibilidad.

La entrega y desempeño de Migle González (Domitila), Auralena Pisani (Maga), Meche Barrios (Inesita) y de Manuel Fajardo (Lupo) son convincentes en lo formal y atractivos en lo sugerente de sus interpretaciones. Su accionar artístico lució compacto, con intención y con excelentes momentos individuales, lo que implica que manejan con soltura tanto un potencial técnico corpoexpresivo como una cálida soltura escénica que, sencillamente, convence.

...feroz es un espectáculo denso e implacable a los sentidos del espectador. No ofrece concesiones, sino que se dibuja en sí mismo y, desde su particular fisonomía dramática, atrapa o escupe la sensibilidad del receptor. Es una producción cuidada que nos habla de las zonas oscuras del ser y de la cual nos atrevemos a afirmar que se debe confrontar sin lugar a dudas.

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